Causas del Sufrimiento


LA CAUSALIDAD

 
I

LAS CUATRO VERDADES NOBLES
 
1. El mundo está lleno de sufrimientos. El nacer es sufrimiento, la decrepitud, la enfermedad y la muerte son sufrimientos. El encuentro con alguien por el que se siente rencor, la separación del ser amado, la búsqueda de algo inalcanzable, todo es sufrimiento. En otras palabras, la vida que no es libre de los apegos y deseos es siempre sufrimiento. A esto se le llama la Verdad del Sufrimiento.
 
La causa de este sufrimiento humano nace, sin lugar a dudas, de los deseos mundanos que persiguen al alma. Si buscamos la fuente de estos vemos que ellos están arraigados en un fuerte instinto físico que tenemos desde el nacimiento. Estos deseos basados en un intenso apego por la vida, ambicionan todo lo que ven y oyen, y hasta llegan a ansiar, a veces, la muerte. A esto se le llama la Verdad de la causa del Sufrimiento.
 
Si destruimos las raíces de estos deseos y nos libramos de todos los apegos terminarán los sufrimientos del hombre. A esto se le llama la Verdad de la terminación del Sufrimiento.
 
Para entrar en este estado en el que ya no se tiene ni deseo ni sufrimiento, hay que hacer prácticas para seguir un cierto camino.
 
Las etapas de este noble camino son: Visión correcta; Aspiraciones correctas; Palabras correctas; Conducta correcta; Vida correcta; Esfuerzo correcto; Conciencia correcta; Concentración correcta. A esto se le llama la Verdad de los Ocho Nobles Caminos para desarraigar los deseos. Todas las personas deben guardar con celo estas verdades porque el mundo está lleno de sufrimientos y el que pretenda librarse de ellos tiene que cortar las ataduras de los deseos. El estado libre de pasiones terrenales y de sufrimientos, se logra tan sólo por medio de la Iluminación y la Iluminación se alcanza tan sólo con el cumplimiento de los Ocho Nobles Caminos.
 
2. Todo el que pretenda llegar a la Iluminación tiene que conocer estas Cuatro Nobles Verdades. El que no las conoce vagará por los caminos de la incertidumbre toda una eternidad. Al que las conoce se le llamará “El que ha conseguido los ojos de la Iluminación”.
 
Por eso, tenemos que concentrar el alma en la meditación de las Enseñanzas de Buda y penetrar en el  verdadero sentido de esas Cuatro Verdades Nobles. Un santo de cualquier época, si lo es en realidad, es uno que entiende bien estas Nobles Verdades y las enseña a los hombres.
 
Cuando el hombre comprende claramente el verdadero sentido de estas cuatro Nobles Verdades, entonces por primera vez desecha los deseos, deja de rivalizar, matar, robar, adulterar, engañar, maldecir, adular, envidiar, enfadarse, y, sin olvidar los transitorio de la vida, no se desvía del camino correcto.
 
3. El que sigue por los Nobles Caminos es como el que entra en una habitación oscura con una antorcha en la mano. La oscuridad huye y todo se llena de claridad.
 
El que estudia los caminos y llega a comprender el sentido de las Cuatro Nobles Verdades, tiene en la mano la Luz de la Sabiduría y ahuyenta con ella la oscura tiniebla.
 
Buda se dirige a los hombres indicándoles estas cuatro Nobles Verdades. El que las reciba correctamente podrá llegar a la Iluminación y ser guía y guardián de los hombres de este mundo tan efímero. Al comprender el sentido de estas Cuatro Nobles Verdades desaparece la ignorancia que es el origen de todos los deseos. Buda dirige a los hombres indicándoles estas Cuatro Verdades Nobles.
 
Todos los que comprendan el sentido de las enseñanzas de Buda, lograrán obtener la Sabiduría y la devoción para entender todos los principios y podrán predicar el Dharma (la Sabiduría) a todos los hombres sin ninguna dificultad.

 

II

LA CAUSALIDAD


1. Así como todos los sufrimientos del hombre tienen sus causas y la Iluminación tiene  su camino, todo nace y muere como resultado de causas y de condiciones.
 
Llueve, sopla el viento, florecen las plantas, se marchitan las hojas: todo se debe a una causa.
Nace el niño de los padres; los alimentos mantienen su cuerpo, así como las experiencias y conocimientos nutren su alma.
 
Por ello, tanto el cuerpo como el espíritu, dependen de una serie de causas y condiciones en su formación y en sus cambios.
 
Así como los agujeros de la red unidos van formando la red, todo es relativo y dependiente entre sí. Es erróneo pensar que un agujero de la red sea algo independiente y aislado. El cobra valor dentro de su conjunto.
 
Un agujero es un agujero en relación con otros agujeros. Cada agujero sirve para que otro sea un agujero.
 
2. Una flor florece porque se reúnen todas las condiciones para que florezca. Una hoja cae porque se reúnen las condiciones para que caiga. No florecen ni caen por sí solas.
 
Ya que florecen y se marchitan por una serie de condiciones, todo lo que existe está sujeto a cambios. No existe nada que exista por sí solo ni que permanezca eternamente. Es un principio eterno e inmutable el que todo nazca y perezca debido a una serie de condiciones y causas. Por ello, la ley de la mutabilidad es un principio absoluto que nunca jamás cambiará.
  

III

DEPENDIENDO ENTRE SI

 
1. Entonces, ¿dónde está el origen de las tristezas, quejas, sufrimientos y angustias? El origen está en el apego obstinado a las cosas que tiene el hombre.
 
Siente apego a las riquezas, al honor, a la vida, al “yo”. De este apego nacen los sufrimientos.
 
Desde sus comienzos el mundo está lleno de desgracias y tristezas, además de los tres sufrimientos inevitables de la vejez, enfermedad y muerte.
 
Sin embargo si analizamos cuidadosamente estos hechos, vemos que existe el dolor porque existen los deseos. Con tan sólo desechar este sentimiento desaparecerán todos los sufrimientos.
 
Si ahondamos en estos deseos descubrimos que en el alma de los hombres existe la oscuridad de la ignorancia y un ansia insaciable.
 
La oscuridad es la ignorancia de los principios que no permite ver la mutabilidad de la vida. El ansia insaciable nos hace desear algo inalcanzable.
 
Por efecto de esta oscuridad y de esta ansia, el hombre discrimina cuando, en realidad, no existe la diferencia. Por efecto de esta oscuridad el hombre hace la distinción de lo bueno y lo malo, cuando, en realidad, esta distinción no existe en las cosas.
 
Los hombres sienten surgir en sí los pensamientos erróneos y por su necedad no pueden ver claramente. Por el apego al “Yo” se conducen equivocadamente y, por consecuencia, vagan en el mar de la ignorancia.
 
Hacen de sus acciones el huerto de su “Yo” en donde siembran los frutos de la discriminación de la mente. Cubren esta simiente con la tierra de la ignorancia, riegan con el agua del deseo y la fertilizan con su propio egoísmo.
 
2. En pocas palabras, el origen de este mundo de tristeza, melancolía, sufrimiento y angustia es el alma misma.
 
El mundo de la ignorancia no es más que la sombra del alma y el mundo de la Iluminación también nace de esta alma.
 
3. En este mundo hay tres puntos de vista erróneos. Si ahondamos en estos puntos, tendrán que ser negadas todas las cosas del mundo.
 
Primero, unos dicen que todo lo que experimenta el hombre en el mundo lo controla el destino.
Segundo, otros dicen que todo es por la voluntad de Dios.
Tercero, otros dicen que todo ocurre por casualidad.
 
Si suponemos que todo ya está decidido por el destino, hacer el bien o hacer el mal estaría predestinado, la felicidad y la infelicidad también estarían predestinadas. Así todo este mundo estaría predestinado. Por consecuencia, los hombres no tendrían esperanzas ni harían esfuerzos por actuar debidamente. No habría en este mundo ni progreso ni mejora.
 
Las últimas dos teorías también recibirían la misma censura porque si toda decisión última se encuentra en las manos de dios o de un ciego azar, el esfuerzo de desechar el mal para hacer el bien perderá todo sentido.
 
Por ello estos tres conceptos son erróneos. Todo nace mediante una causa y una condición, todo cambia y desaparece por una causa y una condición.
 
 
Dijo Jesús:
Si yo, que soy el Maestro, les he lavado los pies, ustedes también deben lavarse los pies unos a otros.  Les he dado el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo hice con ustedes. Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía.    Juan 13.14-16
Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros.
Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros. En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".    Juan 13.34-35
 
Tomás le dijo: "Maestro, no sabemos seguirte. ¿Cómo vamos a conocer el Camino?".
 Jesús le respondió: "Yo Soy es el Camino, la Verdad y la Vida.    Juan 14. 5-6
 
"Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio.  Moisés, en la Ley, nos ordenó apedrear a esta clase de mujeres. Y tú, ¿qué dices?".  Como insistían, se enderezó y les dijo: "El que no tenga pecado, que arroje la primera piedra".  Al oír estas palabras, todos se retiraron, uno tras otro, comenzando por los más ancianos. Jesús quedó solo con la mujer, que permanecía allí,  e incorporándose, le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusadores? ¿Nadie te ha condenado?".  Ella le respondió: "Nadie, Maestro". "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante".   Juan 8.5-11
 
"Yo Soy es la Luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la Luz de la Vida".    Juan 8.12
 
Al pasar, vio a un hombre ciego de nacimiento. Sus discípulos le preguntaron: "Maestro, ¿quién ha pecado, él o sus padres, para que haya nacido ciego?".  "Ni él ni sus padres han pecado, respondió Jesús; nació así para que se manifiesten en él las obras de Dios. El ciego fue, se lavó y, al regresar, ya veía.  Los vecinos y los que antes lo habían visto mendigar, se preguntaban: "¿No es este el que se sentaba a pedir limosna?". Él decía: "Soy realmente yo".  Ellos le dijeron: "¿Cómo se te han abierto los ojos?".  Él respondió: "Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, lo puso sobre mis ojos y me dijo: "Ve a lavarte a la piscina Siloé". Yo fui, me lavé y vi".    Juan 9.1-11
 
"El que cree en mí, en realidad no cree en mí, sino en aquel que me envió. Yo Soy es la Luz, y ha venido al mundo para que todo el que crea en mí no permanezca en las tinieblas.
Al que escucha mis palabras y no las cumple, yo no lo juzgo, porque no vine a juzgar al mundo, sino a salvarlo.  Juan 12.44-47
 
"Navega mar adentro, y echen las redes".  Simón le respondió: "Maestro, hemos trabajado la noche entera y no hemos sacado nada, pero si tú lo dices, echaré las redes".  Así lo hicieron, y sacaron tal cantidad de peces, que las redes estaban a punto de romperse.  Entonces hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que fueran a ayudarlos. Ellos acudieron, y llenaron las dos barcas. Lucas 5.4-7
 
Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian.  Bendigan a los que los maldicen, rueguen por los que los difaman. Hagan por los demás lo que quieren que los otros hagan por ustedes.  Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman.  Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo.  Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio.  Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.  No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.  Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes".    Lucas 6.27-35
 
"El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo.  Otra parte cayó sobre las piedras y, al brotar, se secó por falta de humedad.  Otra cayó entre las espinas, y estas, brotando al mismo tiempo, la ahogaron.  Otra parte cayó en tierra fértil, brotó y produjo fruto al ciento por uno". La semilla es la Palabra de Dios.  Los que están al borde del camino son los que escuchan, pero luego viene el demonio y arrebata la Palabra de sus corazones, para que no crean y se salven.  Los que están sobre las piedras son los que reciben la Palabra con alegría, apenas la oyen; pero no tienen raíces: creen por un tiempo, y en el momento de la tentación se vuelven atrás.  Lo que cayó entre espinas son los que escuchan, pero con las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, se van dejando ahogar poco a poco, y no llegan a madurar.  Lo que cayó en tierra fértil son los que escuchan la Palabra con un corazón bien dispuesto, la retienen, y dan fruto gracias a su constancia.      Lucas 8.5-15
 
"Te seguiré, Maestro, pero permíteme antes despedirme de los míos".  Jesús le respondió: "El que ha puesto la mano en el arado y mira hacia atrás, no sirve para el Reino de Dios".   Lucas 9.61-62
 
"Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos bandidos, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo. También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.  Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió. Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo. Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: "Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver". ¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".  "El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".     Lucas 10.30-37
 
Jesús entró en un pueblo, y una mujer que se llamaba Marta lo recibió en su casa. Marta, que estaba muy ocupada con los quehaceres de la casa, dijo a Jesús: "Maestro, ¿no te importa que mi hermana me deje sola con todo el trabajo? Dile que me ayude". Pero el Maestro le respondió: "Marta, Marta, te inquietas y te agitas por muchas cosas. Sin embargo, una sola es necesaria.    Lucas 10.38-42
 
¡Ay de ustedes, fariseos, que pagan los impuestos y descuidan la justicia y el amor de Dios! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello. ¡Ay de ustedes, fariseos, porque les gusta ocupar el primer asiento en las sinagogas y ser saludados en las plazas!  ¡Ay de ustedes, porque son como esos sepulcros que no se ven y sobre los cuales se camina sin saber!".  Un doctor de la Ley tomó entonces la palabra y dijo: "Maestro, cuando hablas así, nos insultas también a nosotros".  Él le respondió: "¡Ay de ustedes también, porque imponen a los demás cargas insoportables, pero ustedes no las tocan ni siquiera con un dedo!  ¡Ay de ustedes, doctores de la Ley, porque se han apoderado de la llave de la ciencia! No han entrado ustedes, y a los que quieren entrar, se lo impiden".    Lucas 11.42-52
 
"Maestro, dile a mi hermano que comparta conmigo la herencia".  Jesús le respondió: "Amigo, ¿quién me ha constituido juez o árbitro entre ustedes?".  Después les dijo: "Cuídense de toda avaricia, porque aun en medio de la abundancia, la vida de un hombre no está asegurada por sus riquezas".    Lucas 12.13-15
 
"Había un hombre rico, cuyas tierras habían producido mucho, y se preguntaba a sí mismo: "¿Qué voy a hacer? No tengo dónde guardar mi cosecha".  Después pensó: "Voy a hacer esto: demoleré mis graneros, construiré otros más grandes y amontonaré allí todo mi trigo y mis bienes,  y diré a mi alma: Alma mía, tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y date buena vida".  Pero Dios le dijo: "Insensato, esta misma noche vas a morir. ¿Y para quién será lo que has amontonado?".  Esto es lo que sucede al que acumula riquezas para sí, y no es rico a los ojos de Dios".   Lucas 12.16-21
 
"Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar frutos y no los encontró.  Dijo entonces al viñador: "Hace tres años que vengo a buscar frutos en esta higuera y no los encuentro. Córtala, ¿para qué malgastar la tierra?".  Pero él respondió: "señor, déjala todavía este año; yo removeré la tierra alrededor de ella y la abonaré.  Puede ser que así dé frutos en adelante. Si no, la cortarás"".     Lucas 13.6-9
 
"Cuando ven que una nube se levanta en occidente, ustedes dicen en seguida que va a llover, y así sucede.  Y cuando sopla viento del sur, dicen que hará calor, y así sucede.  ¡Hipócritas! Ustedes saben discernir el aspecto de la tierra y del cielo; ¿cómo entonces no saben discernir qué está pasando?  ¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo?    Lucas 12.54-57