Las Practicas del Camino 2


LAS PRACTICAS DEL CAMINO
 
 
10. Había un joven llamado Srona que era de familia acaudalada pero enfermizo de nacimiento. Se encontró con Buda y se hizo su discípulo. Practicaba con gran ahínco el Camino hasta que le sangraron los pies, pero no lograba alcanzar la Iluminación.
Buda se compadeció y le dijo: “Srona, tú has aprendido a tocar el arpa cuando estabas en tu casa y has comprobado que para sacar un buen sonido es preciso no tensar ni aflojar demasiado la cuerda. La cuerda suena bien sólo cuando no está ni demasiado tensa ni demasiado floja.”
 
“Para alcanzar la Iluminación ocurre lo mismo. Si no eres diligente no conseguirás el Camino, pero tampoco lo conseguirás si te esfuerzas con demasiada tensión. Por eso tienes que conservar la moderación en los esfuerzos que haces.”
Con esta indicación de Buda, por fin Srona alcanzó la Iluminación.
 
11. Hace muchísimo tiempo había un príncipe llamado el príncipe de las Cinco Armas. Recibió este nombre porque había sido instruido por un maestro, y era diestro en manejar las armas. Un día, en un lugar solitario a su regreso a casa, después de haber estado donde su maestro, le salió al paso un monstruo.
 
El monstruo se acercó con mucha calma al príncipe, diciéndole: “Lo siento por ti, pero te voy a comer”. El príncipe lanzo primero una flecha, pero no le pudo herir porque la flecha se pegó en sus pelos como con cola. No le sirvieron ni la espada, ni la lanza, ni la porra, ni la jabalina, pues todas se pegaron en los pelos del monstruo.
 
Ya sin armas, el príncipe levanto el puño para pegarle y su pierna para patearle, pero hasta el cuerpo del príncipe se pegó en los pelos del monstruo.
 
Ya sin armas, el príncipe levanto el puño para pegarle, pero hasta el cuerpo del príncipe se pegó en los pelos del monstruo. Trató de dar un cabezazo, pero hasta la cabeza se pegó.
 
“Ya estás en mis manos, ahora te comeré”, le dijo el monstruo. Pero el príncipe le contestó riendo: “Tú piensas que se han acabado mis armas, pero todavía me queda una de acero. Si tú me tragas, con esta arma te abriré la barriga desde adentro”. Y no le mostró ningún temor.
 
El monstruo admirado de esta valentía, soltó enseguida al príncipe. Recibió de él las buenas Enseñanzas y dejó de hacer fechorías.
 
12. El que no se avergüenza ante sí mismo ni ante la gente destruye el mundo. El que se avergüenza ante sí mismo y ante la gente protege el mundo. Se respeta a los padres, a los maestros, y a los mayores, y se mantiene el orden entre los hermanos porque existe la vergüenza. Es de mucho valor avergonzarse de sí mismo contemplándose a sí mismo, y el avergonzarse de sí mismo contemplando a los otros.
 
Si alguien se arrepiente, el pecado deja de ser pecado, pero si no nace el arrepentimiento, el pecado será pecado para la eternidad y no dejará de acusarle.
 
Hay que escuchar el Dharma, pensar varias veces en su sentido y practicarlo, y así, por fin, esta Enseñanza será parte de uno mismo. Con sólo escuchar la Enseñanza, si no se piensa ni se practica, no se puede decir que se la haya aprendido.
 
La fe, la humildad, la vergüenza, el esfuerzo y la Sabiduría son las grandes fuerzas de este mundo. Entre ellas la Sabiduría es la principal y las demás le acompañan. Para el que practica el Camino, el armar pleitos, el hablar en vano y el dormir de más, pueden ser causa de caída.
 
13. Aunque se practique el Camino de la misma forma, hay quienes encuentran la Iluminación primero, hay otros que la alcanzan después. Por eso, no hay que entristecerse al ver que otros alcanzan el Camino antes que uno. Como el que aprende arquería, aunque en el principio no dé en el blanco, con la práctica llega a darle. Como todas las corrientes van a dar a la mar, del mismo modo quien no cesa en la búsqueda del Camino, algún día alcanzará la Iluminación.
 
Como se ha explicado antes, si se abren los ojos, las Enseñanzas están en todas partes. De la misma manera las oportunidades para la Iluminación se encuentran en todas partes.
 
Un hombre alcanzó la Iluminación cuando quemaba el incienso y comprendió que el perfume existe y no existe a la vez, y que no viene ni va.
 
Un hombre alcanzó la Iluminación cuando comprendió que una misma alma puede convertirse en un nido de pasiones terrenales como también en sede de la Iluminación. Cuando uno se clava una espina en la pierna se da cuenta que el alma que siente el dolor es la misma que no la sentía antes. Es decir, el alma es una sola pero cambian las circunstancias.
 
Un hombre avaro alcanzó la Iluminación cuando pensó en sus deseos y se dio cuenta de que la leña de los deseos puede convertirse, un día, en la hoguera de la Sabiduría.
 
Un hombre alcanzó la Iluminación cuando comprendió que las diferencias de este mundo son ocasionadas por las diferencias de visiones del alma. Lo comprendió cuando le dijeron: “Equilibra tu alma. Si se equilibra tu alma, toda la tierra se convertirá en un llano.” Como puede verse, las ocasiones para alcanzar la Iluminación son ilimitadas.
 
 
 
Dijo Jesús:
Las Bienaventuranzas
Al ver a la multitud, Jesús subió al monte, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo:
Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
Felices los afligidos, porque serán consolados.
Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia.
Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia.
Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios.
Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios.
Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos.
 
Ustedes son la Luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad situada en la cima de una montaña. Y no se enciende una lámpara para meterla debajo de un cajón, sino que se la pone sobre el candelero para que ilumine a todos los que están en la casa. Así debe brillar ante los ojos de los hombres la Luz que hay en ustedes, a fin de que ellos vean sus buenas obras y glorifiquen al Padre que está en lo alto.      Mateo 5.14-16
 
Ustedes han oído también que se dijo a los antepasados: No jurarás falsamente, y cumplirás los juramentos hechos a Dios. Pero yo les digo que no juren de ningún modo: ni por el cielo, porque es el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies. No jures tampoco por tu cabeza, porque no puedes convertir en blanco o negro uno solo de tus cabellos.  Cuando ustedes digan "sí", que sea sí, y cuando digan "no", que sea no. Todo lo que se dice de más, viene del Maligno.      Mateo 5.33-37
 
 
Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen lo mismo los publicanos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen lo mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo.      Mateo 5.46-47
 
Cuando ustedes oren, no hagan como los hipócritas: a ellos les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos. Les aseguro que ellos ya tienen su recompensa. Tú, en cambio, cuando ores, retírate a tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. Cuando oren, no hablen mucho, como hacen los paganos: ellos creen que por mucho hablar serán escuchados.      Mateo 6.5-7
 
 
Nadie puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se interesará por el primero y menospreciará al segundo. No se puede servir a Dios y al Dinero.    Mateo 6.24
 
 
No juzguen, para no ser juzgados. Porque con el criterio con que ustedes juzguen se los juzgará, y la medida con que midan se usará para ustedes.  ¿Por qué te fijas en la paja que está en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que está en el tuyo?  ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: "Deja que te saque la paja de tu ojo", si hay una viga en el tuyo?  Hipócrita, saca primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro para sacar la paja del ojo de tu hermano.       Mateo 7.1-5 y Lucas 6. 37-38, 41-42  Marcos 4. 24
 
Todo lo que deseen que los demás hagan por ustedes, háganlo por ellos: en esto consiste la Ley y los Profetas.        Mateo 7.12 y Lucas 6. 31
 
No son los que me dicen: "Señor, Señor", los que entrarán en el Reino de los Cielos, sino los que cumplen la voluntad de mi Padre que está en el cielo.  Muchos me dirán en aquel día: "Señor, Señor, ¿acaso no profetizamos en tu Nombre? ¿No expulsamos a los demonios e hicimos muchos milagros en tu Nombre?". Entonces yo les manifestaré: "Jamás los conocí; apártense de mí, ustedes, los que hacen el mal".        Mateo 7.21-23 y Lucas 6. 46; 13. 26-27
 
Así, todo el que escucha las palabras que acabo de decir y las pone en práctica, puede compararse a un hombre sensato que edificó su casa sobre roca. Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa; pero esta no se derrumbó porque estaba construida sobre roca. Al contrario, el que escucha mis palabras y no las practica, puede compararse a un hombre insensato, que edificó su casa sobre arena.  Cayeron las lluvias, se precipitaron los torrentes, soplaron los vientos y sacudieron la casa: esta se derrumbó, y su ruina fue grande".        Mateo 7.24-27 y Lucas 6. 47-49