EN BUSCA DE LA VERDAD

EL CAMINO DE LA PRACTICA 

I

EN BUSCA DE LA VERDAD

 
1. ¿De qué está construido el universo?  ¿Es eterno o tiene fin?  ¿El universo es infinito o tiene límites?  ¿Cómo está construida esta sociedad humana? ¿Cuál es la forma ideal de la sociedad humana?  Si alguien pospone la búsqueda y la práctica de la Iluminación hasta que estos problemas se resuelvan, morirá antes de alcanzar la Iluminación.


Por ejemplo, supongamos que un hombre sea herido mortalmente con una flecha envenenada. Los familiares y amigos se reúnen, llaman al médico y tratan de sacar la flecha y de darle una antitoxina.


Sin embargo, el herido objeta diciendo: “Esperen un momento. Antes de sacar la flecha, quiero saber quién lanzó esta flecha; Si era hombre o una mujer; Si era un noble o un plebeyo; si su cuerda era de fibra o de tripa; si la flecha era de caña o de mimbre. ¿Qué clase de plumas tenía? No me saquen la flecha hasta que sepa todo eso.”


Sin lugar a dudas, antes que se investiguen todas estas cosas el veneno circulará por todos los órganos y el herido morirá. En este caso lo que hay que hacer primero es sacar con cuidado la flecha y hacer los tratamientos necesarios para que el veneno no sea mortal.


No importa cuál sea la esencia del universo mientras no se practique lo que se debe practicar.

No importa cuál sea la forma ideal de la sociedad humana, antes tenemos que apagar el fuego de las pasiones que está amenazando el mundo.


El problema de si el universo es eterno o no, infinito o no es muy secundario mientras vejez, enfermedad, muerte, tristeza, sufrimiento, penas, caen sobre nosotros para destruirnos. Ante todo, debemos practicar el Camino para alejar estos fuegos que se nos avecinan.


Buda enseñó lo que se necesita ser enseñado, no lo innecesario. Es decir, nos enseña para que sepamos lo que tenemos que saber, para que eliminemos lo que tenemos que eliminar, practiquemos lo que se tiene que practicar y seamos iluminados en lo que se tiene que ser iluminado.


Por ello tienen que escoger primero los problemas que se deben resolver. ¿Cuál es el problema principal de cada uno? Después de saberlo hay que comenzar controlando el alma.


2. Es una necedad de la gente que entre en un bosque en busca de la pulpa de un árbol y regrese con hojas y ramas pensando que trae la pulpa. En muchos casos el hombre coge la corteza y el corcho de los árboles y piensa que ha cogido la pulpa que era su objetivo.


El hombre busca el camino para librarse del nacimiento, la vejez, la enfermedad, la muerte, la tristeza, el sufrimiento y la pena. Esto es la pulpa. Sin embargo después de haber avanzado un poco se enorgullece y se siente satisfecho. El hombre que se alaba a sí mismo y critica a los demás, es como aquel que cogiendo las hojas y las ramas piensa que se consiguió la pulpa.

Los que buscan el Camino deben saber que su tarea no es fácil, ni deben esperar honor, fama, ni agradecimiento. Ellos no podrán seguir si actúan con un esfuerzo limitado, poca clarividencia y poca tranquilidad del alma.


 

Dijo Jesús:

En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas.
Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas.
En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios".    Juan 1.19-21


La mujer le dijo (a Jesús): "Maestro, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron en esta montaña, y ustedes dicen que es en Jerusalén donde se debe adorar". Jesús le respondió: "Créeme, mujer, llega la hora en que ni en esta montaña ni en Jerusalén se adorará al Padre.
Ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos.
Pero la hora se acerca, y ya ha llegado, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque esos son los adoradores que quiere el Padre.
Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad".     Juan 4.19-24


No amen al mundo ni las cosas mundanas. Si alguien ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo –los deseos de la carne, la codicia de los ojos y la ostentación de la riqueza– no viene del Padre, sino del mundo.
Pero el mundo pasa, y con él, sus deseos.
En cambio, el que cumple la voluntad de Dios permanece eternamente.     Primera Carta de Juan 1.15-17